Valdepeñas, 12 de marzo de 2016
Versión libre y personal de un encuentro
colectivo.
Victoria Delicado. Portavoz de Ganemos-IU
Diputación de Albacete
Con este
sugerente título nos convocó Juana Caro, concejala de Valdepeñas por
IU-Ganemos, el 12 de marzo, sábado a un encuentro en el que nos dimos cita
siete mujeres que ocupamos cargos públicos en ayuntamientos, diputaciones y el
Parlamento y que formamos parte de esas candidaturas de cambio que se han
conformado a través de procesos de unidad popular, confluencia y participación
ciudadana en el último año.
Hablamos de la
participación de las mujeres en la política, de qué dificultades encontramos
para realizar nuestros proyectos, qué aportamos las mujeres a la vida política,
objetivos, limitaciones y de la capacidad de cambio que los liderazgos
femeninos aportan a los nuevos ayuntamientos para trasformar la realidad.
El encuentro
fue muy grato, participativo y enriquecedor. Coincidimos mujeres de distintas
generaciones, con compromiso feminista y con más o menos experiencia en la vida
política local y compromiso militante en la izquierda alternativa.
Participamos: Sol Sánchez, diputada de IU-UP desde el pasado 20-D; Nieves
Peinado de Ganemos Ciudad Real, Eva Jiménez de Ganemos Toledo; Mirian Salgado
de IU Pedro Muñoz, Victoria Delicado de Ganemos Albacete y las anfitrionas
Juana Caro e Inmaculada Mora de IU-Ganemos Valdepeñas.
En la Mesa
redonda en que yo participé se nos proponía exponer la experiencia y nuestro
punto de vista sobre municipalismo y
participación de mujeres con responsabilidad en candidaturas de cambio.
Por mi parte,
puse de manifiesto que la amplia participación de mujeres en las plataformas de
confluencia es fruto de la presencia activa de mujeres en la vida social, en
los movimientos sociales, en las asociaciones de todo tipo. Esto implica un
reconocimiento que ha posibilitado que, en la elección de candidaturas por
primarias abiertas haya dado como resultado que muchas estén lideradas por
mujeres (en Castilla-La Mancha, las de Albacete, Talavera, Ciudad Real y
Cuenca).
Sin embargo,
no hay que olvidar que las mujeres encuentran dificultades para acceder al
poder político. El llamado techo de cristal que impide el acceso a puestos de
poder y responsabilidad se hace patente en la vida política, endurecido si
cabe, por la escasa corresponsabilidad
en el trabajo doméstico y de cuidado entre hombres y mujeres y por la falta de apoyos públicos a
la conciliación de la vida laboral y familiar de las personas. Todo esto da
como resultado que encontremos aún una presencia hegemónica de los varones en los ámbitos de poder y que
los órganos colegiados o las mesas presidenciales de muchos eventos sean una
serie monocorde de trajes de caballero.
Hablamos de
las diferencias en las formas de hacer
política y atribuimos algunas características a los liderazgos femeninos.
Por ejemplo suelen ser más plurales, se suele compartir la portavocía. Son
menos marcados, hegemónicos e individualistas. En este sentido podría decirse
que no son liderazgos fuertes, aunque en su quehacer demuestran gran fortaleza
para afrontar los problemas, tienen una gran resistencia y capacidad de
adaptación. Son, también liderazgos más autocríticos, más abiertos a las
sugerencias, al contraste de opiniones y a la reflexión.
Eva Jiménez
apuntaba que somos más partidarias “de contar que de fardar”. Y, por regla
general, solemos ser muy exigentes con nosotras mismas y poco dadas a caer en
la autocontemplación y el conformismo a la hora de valorar o presentar nuestro
trabajo. Aunque podemos encontrar de todo, constatábamos que los varones tienen
mejor concepto de sí mismos, se venden
mejor y son menos pudorosos que las mujeres que ejercemos la política.
En cierto
sentido, estas cualidades vienen dadas no tanto por el hecho de ser mujeres,
sino por ser mujeres feministas y
tener un recorrido de militancia y compromiso en la izquierda alternativa (IU, plataformas de confluencia, unidad
popular, etc.). En gran medida, esas nuevas formas de hacer política, forman
parte de nuestra apuesta electoral por implicar a la gente en la resolución de
los problemas, por dar la palabra y el protagonismo a la ciudadanía y por
escuchar más que por proponer. No comparto
el “esencialismo de género” que atribuye buenas cualidades a las mujeres y
negativas a los varones. Pero sí creo que una socialización en valores como el
diálogo, la escucha, el cuidado, la colaboración entre iguales, atribuidos al
sexo femenino, pueden ayudar a mejorar nuestra convivencia, nuestra vida y
también la política.
Las mujeres
del encuentro compartimos prioridades
políticas que van ligadas a nuestra
opción política y son comunes en las plataformas tipo Ganemos, Ahora, y en las
candidaturas impulsadas por Izquierda Unida. Estas prioridades son:
- Transparencia en la gestión
- Políticas para las personas
-Lucha contra el desempleo, la
pobreza y la exclusión
- Defensa de los servicios
públicos y políticas de igualdad (educación, salud, servicios sociales y
vivienda)
- Apuesta por la sostenibilidad,
la protección del medio ambiente y la preservación y buen uso de los espacios
naturales.
- Espacios urbanos al servicio
de la ciudadanía y de la actividad comunitaria (actividades culturales de
calle, revitalizar la convivencia en los barrios, casas de asociaciones o
centros comunitarios).
- Promoción de la participación
democrática, acercar a la gente a las instituciones (puesta en marcha de
consejos, reglamentos de participación, visitas a los barrios, participación en
los plenos, iniciativas ciudadanas).
- Toma de decisiones colegiada y
democrática en nuestras plataformas (asambleas / coaliciones).
Respecto a las preguntas que nos
lanzaba la moderadora para preparar el debate, las respuestas de las
participantes fueron complementarias y bastante concurrentes. He aquí un
resumen de lo expresado.
1.- ¿En qué punto creéis que
estamos? Hay mujeres en la política pero hay pocas mujeres en los puestos
de responsabilidad (hay pocas mesas, equipos directivos, etc. que sean
paritarios o equilibrados). Sigue habiendo dificultades añadidas para
participar y ocupar un puesto de responsabilidad. Tenemos el parlamento español
con la más amplia participación de mujeres (138 mujeres, un 39,5%) y, sin
embargo, pocas son portavoces de su grupo o dirigen alguna de las comisiones.
2.-
¿Qué hemos conseguido? Aglutinar voluntades, superar la desconfianza en
un grupo radical, nuevo, etc. La gente se sentía y nos sentía como uno-a más.
Nos gustaría como mujeres, superar una presencia ligada a las cuotas pero
defendemos las medias de acción positiva que favorezcan la presencia
equilibrada o paritaria de hombres y mujeres, así como la necesidad de incluir
otros ejes de pluralidad (territoriales, generacionales…). Nuestras
candidaturas se configuraron como paritarias y por ello se acordó desde el
principio que las listas electorales se harían en cremallera, alternando
hombre-mujer o mujer-hombre, a partir de la persona más votada en primarias.
La lucha por la igualdad, en su sentido más
amplio, pero también en el de igualdad de género, es uno de los ejes de trabajo
político, de seguimiento, de propuesta, de control de la acción de gobierno,
según los casos. Contribuimos a la regeneración democrática y la reivindicación
de la política al servicio de la mayoría y del bien común.
3.- ¿Qué
batallas hemos librado? La experiencia
de las participantes en la sesión era muy variada. Contamos con la aportación
de viejas luchadoras por los derechos laborales y democráticos (en algún caso
iniciado bajo el franquismo o en la transición) y la frescura e ilusión de
jóvenes (del grupo “Violeteras” de Pedro Muñoz) que nos trasladan su experiencia
de actividad en un pequeño municipio, a través, sobre todo de las redes
sociales.
En las más
veteranas se percibe cierto hartazgo por tener que repetir tantas veces “que
esto es machista, o sexista” y no sentirnos comprendidas, sino más bien
cuestionadas por pesadas o exageradas. Se habló y estuvo de acuerdo en la
importancia de implicarnos hombres y mujeres en la lucha por la igualdad y por
remover los obstáculos que dificultan la participación de las mujeres en la
política.
4.
¿Qué hemos cedido?
En
vida privada y en dedicación a la familia (pareja, amigos-as…). Cuando la
dedicación a la política se hace a tiempo completo (con dedicación remunerada),
se renuncia o aparca un proyecto laboral o profesional propio, que dejamos en
segundo lugar porque prima la vocación de servicio público. Constatamos que esa
dificultad para conciliar vida personal y política debería corregirse
estableciendo cambios organizativos (horarios, menos actividades presenciales,
etc.) y procurando apoyos públicos (valga como ejemplo el propio servicio de
ludoteca que funcionó durante esta jornada).
Pusimos el
acento en la corresponsabilidad en el trabajo doméstico y de cuidado entre
hombres y mujeres y hablamos de las nuevas masculinidades que deben definirse
en coherencia con esos objetivos de igualdad y con los deseos de compartir,
entre hombres y mujeres, espacios, trabajo y poder.
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